Editorial.
En el presente, hemos notado como sean proliferado los permisos para las instalaciones y expendio de aguas que se vende como purificada en los denominados camioncitos que se trasladan por los diferentes barrios de la ciudad.
Muchos de ellos, no están cumpliendo con la debida calidad e higiene que debe existir en la venta del agua de consumo humano, que se vende al granel por las diferentes calles de San Pedro de Macorís y de todo el país.
Recientemente, la Asociación Dominicana de Embotelladores de Aguas Purificadas (Adeagua) demandó que se controle la venta de aguas a la población en los denominados camiones, para evitar que se propaguen las enfermedades.
Esa advertencia, que emana de la Asociación Dominicana de Embotelladores de Aguas Purificadas, podría verse como una presión para que dejen a los miembros de esa entidad monopolizar la venta del agua desde sus locales comerciales. Más, no lo creemos así, debido a que los comerciantes que se dedican al negocio de agua para consumo al granel, podría seguir vendiendo desde sus locales fijos, ubicados en sus respectivos sectores, a donde acudirían los consumidores abastecerse de ese preciado liquido que los comerciante de venta de agua al granel venden a un precio más económico, dado a la baja norma regulatoria de estándar de calidad que no cumplen muchos de ellos.
En atención a una publicación de la Dirección de Normas y Sistemas de Calidad (Digenor) la entidad dijo que la venta de agua en camiones viola los registros sanitarios e industriales del Ministerio de Industria y Comercio. Sin embargo, ese negocio de la venta de agua al granel continúa sin ninguna regulación en su venta en las calles ni en sus lugares fijos, en donde esas llamadas plantas purificadoras operan.
En Senda en las noticias, no nos oponemos a las ventas del agua de consumo al granel, siempre y cuando se cumpla con las normas regulatorias que indica la Dirección de Normas y Sistemas de Calidad (Digenor). Creemos además, que no solo salud pública debe inspeccionar esos negocios, sino también que, la sociedad civil debe organizarse y vigilar lo que se le está vendiendo a la población, ya que los inspectores que están llamados a inspeccionar la salubridad del agua potable, se prestan muchas veces al soborno y la ciudadanía es quien resulta perjudicada con las enfermedades que emanan las aguas que en vez de garantizar la salud la deterioran, dado a los microorganismos que no se pueden observar a simple vista
Sabemos que el agua es vital y que la población de escasos recursos se le hace más accesibles la obtención de esta agua a menos precio, aun sea con menor calidad.
Pero, también sabemos que este importante liquido es muy propenso a ser contaminado por el polvo y otras sustancias que se podrían adquirir del ambiente en donde circunda la venta tales como humo de los vehículos y baja higiene de muchas de las personas que venden en las calles el agua potable, a diferencia de otros productos que se venden en las calles tales como los víveres, vegetales u otros productos que pueden ser desinfectados, a no ser que clarifiquemos esa agua y, de nada valdría comprarla como purificada.
Pero, también sabemos que este importante liquido es muy propenso a ser contaminado por el polvo y otras sustancias que se podrían adquirir del ambiente en donde circunda la venta tales como humo de los vehículos y baja higiene de muchas de las personas que venden en las calles el agua potable, a diferencia de otros productos que se venden en las calles tales como los víveres, vegetales u otros productos que pueden ser desinfectados, a no ser que clarifiquemos esa agua y, de nada valdría comprarla como purificada.
Se sabe que el mal manejo del agua expone a la población a muchas enfermedades, incluyendo al terrible mal del cólera.